Para llevar a cabo la transmisión de
memorias, es preciso objetivar el trabajo de memoria en acciones u hechos
concretos. Son lo que en el curso se denomina
“prácticas o ejercicios de memoria”: proyectos e iniciativas concretas,
destinados a promover la memoria en la comunidad. Con tal propósito, al igual
que con otros proyectos sociales, se sigue un método de trabajo concreto
que requiere de la construcción de una propuesta en la que se precisa qué se
va a hacer, cómo, dónde, con quiénes y cuáles son los resultados que se esperan.
Dichas prácticas o ejercicios de memoria
pueden tomar distintas formas: sitios conmemorativos, monumentos, prácticas
dinámicas (como rituales y celebraciones), servirse de los lenguajes artísticos
o desarrollarse en otros espacios públicos como Internet, los medios de
comunicación, etc. La escogencia de la herramienta o la plataforma a través de
la cual se quiere desarrollar el proyecto de memoria en los distintos espacios
públicos, depende en gran medida de los objetivos y resultados que se proponen.
La creación de propuestas de proyectos de
memoria histórica en espacios públicos responde por lo tanto a preguntas como:
¿Qué se desea lograr a través de este proyecto de memoria histórica?
¿Qué situación, proceso o problemática se quiere abordar?
¿Qué posibles riesgos enfrenta esta memoria que se quiere hacer
visible públicamente?
Estos trabajos de memoria suponen un gran
reto a sus promotores, pues es muy difícil construir consensos en la
interpretación de las experiencias de una sociedad, sobre todo si esta
experiencia se refiere a contextos de conflicto o de violencia generalizada y
como en el caso de Colombia, estos conflictos se encuentran irresueltos en la
actualidad.
En este sentido, un proyecto de memoria
histórica, responde generalmente a la necesidad de entablar un espacio de
encuentro, en el que aquellas memorias invisibles o que han sido
invisibilizadas, la mayoría de veces a causa de la violencia política,
encuentren una plataforma de expresión. Un proyecto así precisa por lo tanto de
definiciones y posicionamientos en relación al significado de la memoria
histórica. Por lo tanto es importante que el proyecto proponga sus posiciones
respecto a las siguientes preguntas:
¿Qué razones motivan la elaboración de este proyecto de memoria
histórica?
¿Cuál es el problema al cual se quiere dar respuesta con el proyecto?
¿Qué procesos pedagógicos se implementarán a través del proyecto
planeado?
Así mismo, es necesario que el proyecto
proponga cuáles son los conceptos claves con los cuales trabajará y desde qué
perspectiva los asume.
Por ejemplo: ¿cómo se definen en su
proyecto los conceptos de memoria, historia, verdad, justicia, espacio público?
¿Qué se entiende por memoria y espacio público en el proyecto?
¿Con qué conceptos de historia, verdad y justicia trabaja el proyecto
en preparación?
¿De qué forma el proyecto contribuirá a lograr los objetivos
propuestos y cómo se relaciona con otros posibles proyectos de memoria
histórica que ya existen en el país? ¿Cuáles son sus aportes a la construcción
de memoria en el espacio público?
Hay que tener en cuenta que las
interpretaciones sociales del pasado están sujetas a conflictos y debates. Diversos actores, oficiales y no oficiales,
tratan de dar materialidad a las memorias, por ejemplo a través de fechas
conmemorativas, objetos o lugares ligados a acontecimientos del pasado. Al
mismo tiempo, hay fuerzas sociales que tratan de borrar y de transformar esas huellas
buscando cambiar la forma y la función de un lugar.
En este sentido, es necesario desarrollar
un mapa de actores del proyecto. Allí se pueden encontrar personas en distintas posiciones, pero es importante
identificar por lo menos a los aliados, retractores, a los indecisos frente a
la propuesta de ejercicio de memoria y a los que se espera sean los
interlocutores. Es necesario que se conozca la posición de por lo menos algunos
grupos que son claves en los proyectos de intervención del espacio público: las
autoridades, los vecinos, los grupos involucrados en la problemática o
situación.
También es importante analizar qué tanto
poder o capacidad de influencia e intervención podrían tener cada uno de estos
actores, para así potencializar e identificar posibles alianzas y minimizar las
interferencias o sabotajes, lo cual garantizaría en mayor medida alcanzar los
objetivos propuestos.
Las prácticas de memoria, aunque sean en
pequeña escala y de carácter local, adquieren un alcance y un significado mayor
cuando se las concibe en el marco de una estrategia o red más amplia. Esto
implica tanto el vínculo con actores y prácticas similares o afines en otros
puntos de la ciudad o la región, como la inserción de la propuesta en un marco
estratégico.
Aquí es preciso tener en cuenta que el
trabajo de la construcción de memoria en el espacio público, requiere un arduo
esfuerzo a fin de encontrar puntos o lenguajes de entendimiento entre
generaciones distintas y entre sectores sociales enfrentados, que las propuestas
de memoria histórica, no serán ajenas a esta dinámica y por lo tanto producirán
nuevas interpretaciones entre los distintos grupos.
En esa dinámica “los hechos se reordenan,
se desordenan esquemas existentes, aparecen las voces, nuevas y viejas generaciones
se preguntan, relatan, crean espacios intersubjetivos, comparten clases de lo
vivido, lo escuchado o lo omitido.” (Jelin:2005)
Por lo tanto, a la hora de proyectar estos
trabajos se enfrenta el desafío de transformar sentimientos personales en
significados colectivos y públicos, y para que esto sea efectivo es importante
que se tenga claridad sobre cuál es el público o población prioritaria.
Es preciso tener presentes las
características de la población con la que se trabajará para situar adecuadamente
la propuesta de memoria. Estas incluyen entre otras el idioma, las
características culturales y los niveles de instrucción y alfabetización, pero
también las condiciones económicas, de seguridad, de movilidad.
Es necesario aprovechar las ventajas y potencialidades
de una comunidad a la hora de diseñar la propuesta de memoria. Contextos con
fuerte presencia de la cultura oral, se prestan por ejemplo muy bien para
realizar trabajos de performance o rituales, así como para abordajes que
incluyan un fuerte componente auditivo y visual. Internet por ejemplo, puede ser una
herramienta casi obvia y elemental en algunos espacios, pero en otros no.
Para contextualizar la propuesta de
memoria también es importante diferenciar los distintos tipos de temáticas o problemáticas
que se quieren abordar. Por ejemplo, el trabajo alrededor de la desaparición
tiene sus retos y particularidades por la complejidad de la vulneración, la
inexistencia de un cuerpo y por lo tanto de un lugar. Además aquí es fundamental tener claridad
sobre el mensaje (o los mensajes) que se quiere expresar: denuncia,
dignificación, conmemoración, invitación a participar.
Por lo tanto es importante responder las
siguientes preguntas:
¿Qué particularidades presenta el tema
planteado y cómo se puede atender a ellas en la propuesta?
¿Cuál es el estado actual de la
problemática en su país, provincia, distrito, localidad? (cifras, estudios)
¿Cuál ha sido el trato que se
le ha dado a la temática?
¿Cómo se ha trabajado desde
la perspectiva de memoria histórica? Buscar otras experiencias que hayan
abordado el tema
¿Hay una estrategia colectiva
de acción al respecto?
¿Cómo se sitúa su propuesta en el marco de
esa estrategia?
A partir de lo anterior se tendrá una
mayor claridad en relación con el ejercicio de memoria que se desea realizar y el
cómo hacerlo.
Por último sería necesario hacer énfasis
en algunas de las características del ejercicio. A la hora de escoger
determinado tipo de ejercicio de memoria, es importante pensar en su viabilidad
en términos de tiempos y dinero. Así mismo, es fundamental pensar en el sentido
del mismo: qué tan cerrado o abierto desea que sea su mensaje. ¿El ejercicio se
plantea de alguna manera la interactividad con la gente? ¿Puede ser intervenido
por otras personas? ¿Requiere de la participación de una comunidad? Y también
hay que plantearse cuánto se espera que sea su duración: hay acciones que son
efímeras, que solo duran el momento y es ahí en donde recae su fuerza, por el
contrario hay ejercicios de memoria en los que no se puede controlar el tiempo
que estarán en el espacio público, porque esto depende de una dinámica externa.
Por ejemplo, el marcar un lugar con una
placa sin duda plantea unos límites y posibilidades propios de este tipo de
intervención, distintos a realizar un ejercicio de memoria a través de Twitter.
Ambos ejercicios tienen distintos costos, hacen propuestas particulares de
construcción de memoria en el espacio público, se plantean objetivos diferentes,
como poblaciones con las cuales trabajar, entre muchas otras características a
tener en cuenta.
Construyamos todos MEMORIA PARA LA PAZ.¡
(Tomado de www.centrodememoria.com)
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