lunes, 29 de octubre de 2012

GUÍA PARA EL PROYECTO DE MEMORIA, ACCIÓN COLECTIVA Y ESPACIOS PÚBLICOS


Para llevar a cabo la transmisión de memorias, es preciso objetivar el trabajo de memoria en acciones u hechos concretos. Son lo que en el curso se denomina  “prácticas o ejercicios de memoria”: proyectos e iniciativas concretas, destinados a promover la memoria en la comunidad. Con tal propósito, al igual que con otros proyectos sociales, se sigue  un método de trabajo concreto que requiere de la construcción de una propuesta en la que se precisa qué se va a hacer, cómo, dónde, con quiénes y cuáles son los resultados que se esperan.
Dichas prácticas o ejercicios de memoria pueden tomar distintas formas: sitios conmemorativos, monumentos, prácticas dinámicas (como rituales y celebraciones), servirse de los lenguajes artísticos o desarrollarse en otros espacios públicos como Internet, los medios de comunicación, etc. La escogencia de la herramienta o la plataforma a través de la cual se quiere desarrollar el proyecto de memoria en los distintos espacios públicos, depende en gran medida de los objetivos y resultados que se proponen.
La creación de propuestas de proyectos de memoria histórica en espacios públicos responde por lo tanto a preguntas como:
        ¿Qué se desea lograr a través de este proyecto de memoria histórica?
        ¿Qué situación, proceso o problemática se quiere abordar?
                      ¿Qué posibles riesgos enfrenta esta memoria que se quiere hacer visible públicamente?
Estos trabajos de memoria suponen un gran reto a sus promotores, pues es muy difícil construir consensos en la interpretación de las experiencias de una sociedad, sobre todo si esta experiencia se refiere a contextos de conflicto o de violencia generalizada y como en el caso de Colombia, estos conflictos se encuentran irresueltos en la actualidad.
En este sentido, un proyecto de memoria histórica, responde generalmente a la necesidad de entablar un espacio de encuentro, en el que aquellas memorias invisibles o que han sido invisibilizadas, la mayoría de veces a causa de la violencia política, encuentren una plataforma de expresión. Un proyecto así precisa por lo tanto de definiciones y posicionamientos en relación al significado de la memoria histórica. Por lo tanto es importante que el proyecto proponga sus posiciones respecto a las siguientes preguntas:
        ¿Qué razones motivan la elaboración de este proyecto de memoria histórica?
        ¿Cuál es el problema al cual se quiere dar respuesta con el proyecto?
   ¿Qué procesos pedagógicos  se implementarán a través del proyecto planeado?

Así mismo, es necesario que el proyecto proponga cuáles son los conceptos claves con los cuales trabajará y desde qué perspectiva los asume.
Por ejemplo: ¿cómo se definen en su proyecto los conceptos de memoria, historia, verdad, justicia, espacio público?
        ¿Qué se entiende por memoria y espacio público en el proyecto?
        ¿Con qué conceptos de historia, verdad y justicia trabaja el proyecto en preparación?
                      ¿De qué forma el proyecto contribuirá a lograr los objetivos propuestos y cómo se relaciona con otros posibles proyectos de memoria histórica que ya existen en el país? ¿Cuáles son sus aportes a la construcción de memoria en el espacio público?
Hay que tener en cuenta que las interpretaciones sociales del pasado están sujetas a conflictos y debates.  Diversos actores, oficiales y no oficiales, tratan de dar materialidad a las memorias, por ejemplo a través de fechas conmemorativas, objetos o lugares ligados a acontecimientos del pasado. Al mismo tiempo, hay fuerzas sociales que tratan de borrar y de transformar esas huellas buscando cambiar la forma y la función de un lugar. 
En este sentido, es necesario desarrollar un mapa de actores del proyecto. Allí se pueden encontrar personas en  distintas posiciones, pero es importante identificar por lo menos a los aliados, retractores, a los indecisos frente a la propuesta de ejercicio de memoria y a los que se espera sean los interlocutores. Es necesario que se conozca la posición de por lo menos algunos grupos que son claves en los proyectos de intervención del espacio público: las autoridades, los vecinos, los grupos involucrados en la problemática o situación.
También es importante analizar qué tanto poder o capacidad de influencia e intervención podrían tener cada uno de estos actores, para así potencializar e identificar posibles alianzas y minimizar las interferencias o sabotajes, lo cual  garantizaría en mayor medida alcanzar los objetivos propuestos.
Las prácticas de memoria, aunque sean en pequeña escala y de carácter local, adquieren un alcance y un significado mayor cuando se las concibe en el marco de una estrategia o red más amplia. Esto implica tanto el vínculo con actores y prácticas similares o afines en otros puntos de la ciudad o la región, como la inserción de la propuesta en un marco estratégico.
Aquí es preciso tener en cuenta que el trabajo de la construcción de memoria en el espacio público, requiere un arduo esfuerzo a fin de encontrar puntos o lenguajes de entendimiento entre generaciones distintas y entre sectores sociales enfrentados, que las propuestas de memoria histórica, no serán ajenas a esta dinámica y por lo tanto producirán nuevas interpretaciones entre los distintos grupos.
En esa dinámica “los hechos se reordenan, se desordenan esquemas existentes, aparecen las voces, nuevas y viejas generaciones se preguntan, relatan, crean espacios intersubjetivos, comparten clases de lo vivido, lo escuchado o lo omitido.” (Jelin:2005)
Por lo tanto, a la hora de proyectar estos trabajos se enfrenta el desafío de transformar sentimientos personales en significados colectivos y públicos, y para que esto sea efectivo es importante que se tenga claridad sobre cuál es el público o población prioritaria.
Es preciso tener presentes las características de la población con la que se trabajará para situar adecuadamente la propuesta de memoria. Estas incluyen entre otras el idioma, las características culturales y los niveles de instrucción y alfabetización, pero también las condiciones económicas, de seguridad, de movilidad.
Es necesario aprovechar las ventajas y potencialidades de una comunidad a la hora de diseñar la propuesta de memoria. Contextos con fuerte presencia de la cultura oral, se prestan por ejemplo muy bien para realizar trabajos de performance o rituales, así como para abordajes que incluyan un fuerte componente auditivo y visual.  Internet por ejemplo, puede ser una herramienta casi obvia y elemental en algunos espacios, pero en otros no.
Para contextualizar la propuesta de memoria también es importante diferenciar los distintos tipos de temáticas o problemáticas que se quieren abordar. Por ejemplo, el trabajo alrededor de la desaparición tiene sus retos y particularidades por la complejidad de la vulneración, la inexistencia de un cuerpo y por lo tanto de un lugar.  Además aquí es fundamental tener claridad sobre el mensaje (o los mensajes) que se quiere expresar: denuncia, dignificación, conmemoración, invitación a participar.
Por lo tanto es importante responder las siguientes preguntas:
¿Qué particularidades presenta el tema planteado y cómo se puede atender a ellas en la propuesta?
¿Cuál es el estado actual de la problemática en su país, provincia, distrito, localidad? (cifras, estudios)
¿Cuál ha sido el trato que se le ha dado a la temática?
¿Cómo se ha trabajado desde la perspectiva de memoria histórica? Buscar otras experiencias que hayan abordado el tema
¿Hay una estrategia colectiva de acción al respecto?
¿Cómo se sitúa su propuesta en el marco de esa estrategia?
A partir de lo anterior se tendrá una mayor claridad en relación con el ejercicio de memoria que se desea realizar y el cómo hacerlo.
Por último sería necesario hacer énfasis en algunas de las características del ejercicio. A la hora de escoger determinado tipo de ejercicio de memoria, es importante pensar en su viabilidad en términos de tiempos y dinero. Así mismo, es fundamental pensar en el sentido del mismo: qué tan cerrado o abierto desea que sea su mensaje. ¿El ejercicio se plantea de alguna manera la interactividad con la gente? ¿Puede ser intervenido por otras personas? ¿Requiere de la participación de una comunidad? Y también hay que plantearse cuánto se espera que sea su duración: hay acciones que son efímeras, que solo duran el momento y es ahí en donde recae su fuerza, por el contrario hay ejercicios de memoria en los que no se puede controlar el tiempo que estarán en el espacio público, porque esto depende de una dinámica externa.
Por ejemplo, el marcar un lugar con una placa sin duda plantea unos límites y posibilidades propios de este tipo de intervención, distintos a realizar un ejercicio de memoria a través de Twitter. Ambos ejercicios tienen distintos costos, hacen propuestas particulares de construcción de memoria en el espacio público, se plantean objetivos diferentes, como poblaciones con las cuales trabajar, entre muchas otras características a tener en cuenta.

Construyamos todos MEMORIA PARA LA PAZ.¡
(Tomado de www.centrodememoria.com)

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